Serie: Asuntos por atender

Asunto 4: Dignifica Tu Soledad

Por: Samariz Parra

Hoy en: Asuntos por atender.
En mi entrenamiento médico siempre me interesó de una manera especial la relación médico-paciente, me inquietaba ver que las enfermedades iban acompañadas siempre de situaciones personales o sentimentales que agravaban o mejoraban el pronóstico. Tuve excelentes profesores de Psiquiatría que me enseñaron el poder tan enorme que tiene la psiquis y la necesidad de lograr que un paciente logré estar en equilibrio.

Para nadie es un secreto que soy cristiana, de las más imperfectas, por cierto, pero asumirme como tal me ha permitido aprender a ver con otros ojos a mis pacientes. En el consultorio se viven cosas realmente lindas porque el centro de la consulta siempre es Dios. Es Él quien hace, quien a veces los rompe en llanto y salen cosas que jamás se han atrevido a hablar, los consuela, los anima, les muestra una nueva alternativa, yo no soy más que un instrumento. El juramento hipocrático que recité el día de mi grado, me comprometió a siempre levantarme a hacer el bien a mis pacientes. A nunca actuar con maldad y mucho menos a dañarlos. Hasta el momento las cosas han salido de esa manera, gracias a Él. Pero, la ética no me permite hacer ningún tipo de intervención o situación religiosa, así que muy respetuosamente allí caben todo tipo de creencias. Siempre serán bien recibidas y respetadas. Pero cuando acabo mi acto médico y veo a un paciente destrozado, para mi es inevitable darle una palabra de consuelo y mostrarle el verdadero amor. Jesús.
Ya sin bata y sin el estetoscopio puesto en el corazón del paciente, les pongo la mano en su corazón y los abra o fuerte para que sepan que hay alguien que sin importar lo rotos que estén, aún así los ama. Eso me llena más que recibir el dinero de la consulta.

Lo que más me llama la atención y es lo que con más frecuencia escucho es que las personas no saben lidiar con su soledad. Le tienen un pánico que es realmente preocupante. Mujeres que llevan 50 ó 60 años aguantándose un viejo insoportable que las anula, maltrata, explota, burla, las pone en riesgo mental con sus relaciones extramatrimoniales y peor aún en riesgo físico por la cantidad de enfermedades que traen a casa. Su primera justificación son los hijos. Que tooooooodo se lo aguantan por los hijos. Crecen los muchachos con una culpa todo el tiempo que por ellos la mamá se aguanta todo y resulta que cuando son adultos buscan el mismo patrón de lo que vivieron en casa. Crían hombres machistas y mujeres tontas que se buscan un maltratador sinvergüenza como el papá. Y así generacionalmente se va pudriendo el fruto, todo porque la raíz vive envenenada de miedos.

Haciendo honor a la verdad, también hay mujeres que son una pesadilla insoportable. Tienen un buen hombre y friega por todo. Todo les molesta. Nada les gusta. Vivir en un mundo insuficiente para ellas las hace permanecer en un estado de poco contentamiento, entonces así manejen una falsa humildad en la que quieran mostrar que no exigen nada, agotan al su alrededor y terminan buscando quedarse solas. Son las típicas señoras que los hijos les llenan la nevera, las llevan a todas partes, las cuidan, las aman y cuando alguien las llama dicen: Acá sola, con hambre y nadie me visita. Aguantando hambre y pidiéndole a Dios se acuerde de mí. ¡Uffff!¡Que desgaste! No por nada existe el cuento de La pobre viejecita.

Entonces generacionalmente andamos con un pánico a la soledad porque nos da miedo encontrarnos cara a cara con nosotros mismos, escuchar en el silencio nuestros pensamientos acusadores, negligentes y pendencieros. Tenemos un hijo para no estar solitos y nos clavamos en el trabajo para pagarle a la empleada y al jardín para que los cuiden. No contentos con eso, tenemos más hijos para que no crezcan solitos y se minimiza aún más el tiempo con ellos. Y entonces empezamos a armar y desarmar como un lego relaciones tóxicas para no dormir solos. Tapamos una soledad con otra como quien se pone un vestido sucio encima de otro y jamás hacemos la pausa y nos dedicamos a resolver. A resolver los miedos, a pararnos frente a un espejo y saludar al que está al frente: ¡Mucho gusto Yo! ¡Es un placer conocerte!

Increíblemente convivimos con nosotros mismo todo el día, pero no nos conocemos, creemos hacerlo, nos jactamos de hacerlo, pero lo que hacemos es permitir que otros nos definan. ¡Gordo! ¡Feo! ¡Incapaz! ¡Perezoso! ¡Negligente! Eso que te han gritado toda la vida es lo que sin darte cuenta te está definiendo. Uno termina pareciéndose a su dueño y como tu no eres dueño de tu vida, terminas haciendo de ti lo que otros esperan. Te anulas, te multiplicas por cero. Y eso es lo que están recibiendo nuestros niños. Una educación emocional basada en el inconformismo y la frustración se todos. Los meten a cuanto curso ven porque temen estar a solas con los niños, porque mis amados lectores, como reza el dicho: los borrachos y los niños siempre dicen la verdad. Entonces los niños hablan. ¿Mami, por qué no te peinas? ¿Yo por qué no tengo mamá? La Teacher se come los mocos. Juan y Lupe se pelean como tu y mi papi. Así que mejor vayan y tomen agua en la piscina y no molesten tanto ¿Verdad?

Aprende a reencontrarte en tu intimidad, escúchate, oye lo que tu cuerpo habla, no enmascares más dolores físicos y mentales por quedar bien con todo el mundo. Suelta ese bulto y aprende a estirarte en tu cama, a caminar libre en tu espacio. Organiza tu vida como a ti se te dé la gana, decora, pinta, crea, así tengas mal gusto, poco a poco aprenderás. En vez de sentarte a llorar tu amargo desengaño, levántate, pon la música que te gusta, ponte una mascarilla, sírvete un buen vino, baila contigo mism@ y atiende tus emociones. Habla con Dios en esos tiempos, no temas hacerlo, Él te está viendo desde la esquina riéndose de cómo bailas champeta, pero necesita que salga de tu boca el juego de palabras más importantes de tu vida: ¡Aquí estoy Dios! ¡Qué quieres de mi? Es ahí que todo el universo se va a alinear, el cosmos se detendrá por un segundo y tu vida va a empezar a tomar un nuevo sentido.

Muchos romperán relaciones tóxicas, otros correrán desesperados a recuperar a sus familias, hay quienes entenderán que todo lo sufrido era necesario para ayudar a otros que están pasando por algo igual y otros tristemente no se escucharán y se seguirán ignorando y así mismo seguirán dañando a los otros. Pero me quedo con la esperanza de que son más los bailadores que leyeron estas palabras y que realmente le apostarán a su cambio.

Disfruten sus momentos a solas y valoren su propia compañía, para que cuando lleguen los indicados a ocupar la silla vacía, ustedes estén listos para presentarse con gusto y con orgullo: ¡Hola, soy Yo, una magnífica persona!

Los amo, tengan un lindísimo martes. Bendiciones.

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¡Nos vemos en consulta!

Dra. Samariz Parra Cárdenas